domingo, 6 de noviembre de 2011

Welcome to India




Después de cuatro años de ausencia, de nuevo el sonido de los cuervos, las bocinas de los coches, un palomo en celo que no para de hacer ruido y el calor humedo vuelven a despertarnos cada mañana recordándonos que estamos en India. 
Llegamos el dia 28 de octubre en plena celebración del Diwali, la fiesta de la luz que alumbra el comienzo de un nuevo año. Nuestro primer día en el subcontinente no podía ser mas auspicioso. La ciudad de Bombay nos saludó con fuegos artificiales y luces de colores como si estuvieramos en una extraña navidad tropical muy lejos de casa. La visión de una oveja y una cabra perdidas entre el gentío de las aceras me hizo recordar que "everything is possible in India, my friend", una frase muy repetida aquí.

Mi amiga Leonor- que lleva viviendo en Bombay desde hace tres años y medio- nos dejó su casa, aunque ella estaba de viaje de trabajo en España. Para conseguir las llaves tuvimos que ir primero al piso de Kavita, la hermana de una amiga suya. Las once de la noche es muy tarde aqui, pero nos recibieron con los brazos abiertos, unos spaguettis al estilo indio que nos supieron a gloria, un dulce típico de estas fechas que se parece al turrón y una interesante conversación sobre los matrimonios en India .

Kavita y su marido se casaron sin conocerse hace 18 años. Las familias se encargaron de arreglarlo todo y la pareja sólo se vio una vez, aunque no se les permitió hablar el uno con el otro hasta que ya eran matrimonio. Le pregunté si es duro y me dijo que mucho, aunque hasta hace poco era la forma habitual de hacerlo y nadie lo veía mal. Segun Kavita,  en las grandes ciudades como Bombay, las cosas están cambiando aceleradamente y la mayoría de los jóvenes se conocen, salen juntos y deciden ellos mismos con quién van a compartir sus vidas. Eso no quiere decir que los matrimonios sean más felices, porque el índice de divorcios se ha incrementado alarmantemente. Leonor me comentaba que en su círculo de clase media alta, prácticamente todo el mundo está separado.
En las ciudades pequeñas o en las zonas rurales ese cambio aún no se ha producido. Nosotros vamos a Benarés el proximo 19 de noviembre a la boda de Pakalú, un amigo indio de la casta de los barqueros que no conoce a su futura esposa. Su madre ha sido la encargada de buscarle una compañera, a la que él ha dado el visto bueno después de verla en una foto. No parece que este descontento con ello.

Después de la charla con Kavita y su marido nos fuimos agradecidos y satisfechos a casa por la hospitalidad con la que nos recibieron.
Al día siguiente salimos a dar un paseo por los alrededores de Prabhadevi, donde vive Leo y donde estamos viviendo nosotros esta semana . Prabhadevi está en la Bahía de Mahim, la zona más antigua de la ciudad. Aquí vivían los pescadores Koli, los primeros habitantes de Mumbai o Mumbadevi, hasta que los portugueses y después los ingleses, se hicieran con el control de la Bom Bahia (buena bahía en portugués). En aquella época, estas tierras debían ser un paraíso. Pero llegó la colonización y en poco tiempo Bombay comenzó a crecer sin planificación. Hoy día ese crecimiento incontrolado de la ciudad, la falta de infraestructuras y los problemas de la superpoblación ya no tienen remedio.
En nuestro primer paseo fuimos a la playa que está cerquita del Century Bazar. El olor a cloaca en este trocito de mar que nos ha tocado cerca de casa es solo una advertencia de lo que deben encerrar las aguas del Mar de Arabia en esta desgraciada costa. Una colosal tuberia vierte directamente al mar los residuos de los habitantes de la Bahia de Mahim, como una boca pestilente. Mientras el resto de la ciudad es un herbidero de gente, la playa esta casi vacia. Solo la basura y los grajos se atreven a posarse en su arena. También algún transeunte de las calles cercanas, aunque sólo para hacer sus necesidades.






Basta dar un paseo como éste por cualquier calle de Mumbai para darte cuenta de los terribles efectos ecológicos de la superpoblación de esta mega urbe de 18´4 millones de habitantes. La enorme masa de personas que puebla las calles, que inunda cada rincón, que come, defeca, produce basura y gases, no tiene conciencia medioambiental porque la mayoría ya tiene bastante con sobrevivir.
Un poco mas abajo de casa de mi amiga, hay una calle donde varias familias viven a lo largo de la acera. Son tan pobres que ni siquiera tienen acceso al slum. Ahí crian a sus hijos, que duermen cada día en el suelo respirando los gases de miles de tubos de escape. Al pasar al lado de ellos, vi a una señora sentada en el suelo con un niño de unos dos años en el regazo al que le estaba haciendo una cura en los ojos. El niño gritaba de dolor mientras ella le ponía un liquido amarillo que estaba dentro de una vasija metálica. Al contemplarles me pregunté con tristeza cuál será el futuro de ese niño y el de tantos otros como él. Si tiene la suerte de sobrevivir, dentro de un par de años estará mendigando y acabará sus días como los empezó: tirado en la calle como un perro.
Lo más chocante de Bombay es que los más pobres y los extremadamente ricos viven en una obscena coexistencia. En Prabhadebi está el edificio más caro de Bombay, pero las personas que lo habitan cuando se asoman a la ventana ven los slums que les rodean como un cinturón. Tal vez se ponen una venda en los ojos para no ver,  o tal vez no les importa porque las cosas son así porque deben ser así. El sistema de castas pervive en esa aceptación del destino.

El periódico "The times of India" anunciaba este martes con orgullo que en el estado indio de Uttar Pradesh había nacido el bebé con el que la tierra alcanzó los 7 mil millones de habitantes. Sin reflexión ninguna, este periódico hacía una estúpida entrevista a los padres de la criatura, que estaban muy contentos porque una ONG se ha comprometido a ocuparse de los gastos de la educación de la niña hasta que cumpla los siete años. Sólo en el párrafo final se hace mención a la respuesta que ha dado el ministro de Sanidad, Gulam Nabi Azad, cuando se le ha preguntado que planes tenía para celebrar este acontecimiento. El ministro lo ha dicho bien claro: ¿Que hay que celebrar??? Lo que celebraremos será cuando la población deje de crecer".
No quiero ser negativa, pero estar en Bombay me ha hecho preocuparme mucho más por el futuro de la humanidad y del planeta. El crecimiento económico está logrando que muchos salgan de la pobreza. Están como locos por consumir y ser más que los demás, algo que no se les puede reprochar porque en Occidente ocurre lo mismo. Desgraciadamente el mundo occidental no tiene la fuerza moral para exigirles un crecimiento sostenible porque también nos hemos desarrollado a costa del medioambiente.
Tras respirar el aire contaminado de Bombay, el martes partiremos en búsqueda del aire fresco y de los templos jainas de las montañas de Palitana, en Gujarat. 

4 comentarios:

  1. Enhorabuena Lolita, casi se puede oler. Gracias por compartir tus experiencias.

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  2. Gracias Chus!!!! Cuando me hacéis este tipo de comentarios me doy cuenta de que me leéis, lo que me hace una ilusión infinita.
    ¡¡¡Un beso grande, hermosa mía!!!!!

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  3. No solo te leemos crack, te echamos mucho de menos. Un abrazo!!

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  4. Lolitaaaaaa, mil gracias por acercarnos tus experiencias de esta forma y enriquecernos con estas vivencias. ¡Qué envidia!!!!!. Ya sabes que tienes un hueco grande en nuestros corazoncitos.
    Enhorabuena guapa.
    Besos

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