jueves, 20 de octubre de 2011
En el pueblo de Gilat Shalit
En este viaje que emprendimos hace mes y medio puede parecer que perseguimos las noticias, pero son ellas las que nos persiguen a nosotros. El mismo día que llegamos al Cairo hubo una gran manifestación que acabó con el asalto a la embajada de Israel. En Palestina nos sorprendió la celebración del acuerdo de canje de presos por el el soldado Gilat Shalit, y justo cuando llegamos al norte de Israel, este joven soldado que es todo un símbolo nacional regresa a su casa de Mitzpe Hila, un pueblo cerca de donde viven Amir y Sami, los amigos que nos alojan estos días.
Como la mayoría de israelíes, nuestros amigos estaban emocionados con la vuelta de Gilat y nos preguntaron si queríamos ir hasta el pueblo para ver el recibimiento.
Durante el trayecto en coche hasta Mitzpe Hila, el ayuntamiento les iba enviando mensajes a cada momento dándoles las últimas noticias respecto al paradero de G. Shalit. Cuando llegamos allí sabíamos por este servicio de sms que su helicóptero aterrizaría en media hora.
Toda la zona por la que iba a pasar el coche que llevaría a Shalit hasta su casa estaba acordonada. Había bastante gente, pero sobre todo había cientos de medios de comunicación, de cámaras, de grúas y de cabezas calientes. Los vecinos decoraron todo el pueblo con pancartas estampadas con la cara de Gilat Shalit y flores. A mí también me dieron flores para la bienvenida. Mientras las contemplaba, me asombré al pensar que hacía unos días habíamos estado en Palestina celebrando con ellos la liberación de los mil presos, y ahora estábamos con los israelíes celebrando la llegada de Shalit. No creo que muchas personas hayan podido vivir los acontecimientos desde los dos lados como lo hemos podido hacer nosotros por ser españoles.
Entre las personas que esperaban contentísimas la llegada del soldado estaban los árabes drusos del pueblo de al lado. Me contaron que los drusos son como los indígenas de Israel, porque tienen una fuerte relación con la tierra. Se llevan bien con los judíos y con todo el mundo, porque no les importa quién gobierne, sino poder seguir vinculados a la tierra que les vio nacer. Son gente muy cándida y amable.
Por la pantalla de la televisión estatal israelí vimos que los helicópteros estaban aterrizando y la gente empezó a ondear las pancartas y a gritar algo así como "bienvenido a casa". Aproveché para preguntarle a un grupo de mujeres si eran del pueblo o de donde venían. Me dijeron que habían llegado hacía tres días desde el sur de Israel expresamente para ver a Shalit. No estaban contentas con el intercambio del millar de presos por el soldado, pero aquí todo el mundo lo acepta como un mal necesario para tener de vuelta a uno de los suyos. La vida de un israelí para ellos es sagrada. La organización terrorista Hamas lo sabe y aquí todos creen que intentará secuestrar a otros soldados hasta conseguir que no quede ningún preso palestino en las cárceles de Israel.
A la media hora, tal y como nos habían anunciado, la comitiva de Shalit pasó despacito. Para decepción de los presentes, los cristales opacos no dejaban ver nada. No parecía importantes porque si mirabas a las caras de la gente podías ver que estaban realmente emocionados. Para ellos el regreso de Shalit es como recuperar a un hijo o a un hermano.
Cuando pasaron y reabrieron la zona, nos fuimos a casa de la madre de Amir para ver en las noticias lo mismo que habíamos visto en la calle. Retransmitieron parte de la entrevista que le hicieron a G.S. en Egipto. La familia de nuestros amigos estaba indignada por la poca ética de la televisión egipcia al hacerle una entrevista en semejantes condiciones, nada más salir de su cautiverio. Se le notaba exhausto e incómodo con la situación. Además la traducción que estaban haciendo de sus palabras no era correcta.
A mí me da pena del circo mediático que se está montando alrededor de esta persona. Después de cinco años secuestrado, sus condiciones psicológicas no son las mejores y deberían dejarle tranquilo hasta que se recupere y él mismo decida hablar.
Creo que se debería multar seriamente a los medios que no respeten estos principios básicos. En España ocurre lo mismo continuamente y ya ni siquiera nos escandalizamos por ello.
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